Empezaremos aclarando dos conceptos que a veces se confunden: la fuerza y la
potencia de un ciclista. Para aclararlo un ejemplo: dos ciclistas de idéntico
peso, idéntico coeficiente aerodinámico que están pedaleando a 30 km/h uno con
un desarrollo 53x12 y el otro con un 41x23, desarrollan exactamente la misma
potencia, la diferencia radica en que el ciclista que mueve el 53x12 estará
haciendo más fuerza sobre los pedales y pedaleará con menor cadencia que el
ciclista que mueve el 41x23, pero la potencia desarrollada por los dos
ciclistas será la misma. La potencia (o trabajo) se mide en vatios y para no
confundiros con fórmulas complicadas lo simplificaremos de la siguiente manera:
potencia = cadenciaXdesarrollo.
El pulsómetro y el medidor de potencia
El pulsómetro y el medidor de potencia
Los pulsómetros se inventaron con la intención de cuantificar el trabajo que
producía un ciclista. Se trataba de poder medir de alguna forma el esfuerzo y
la carga de trabajo que produce el ciclista durante el ejercicio. A mediados de
los ochenta se utilizó el corazón para, a partir de los latidos por minuto,
poder cuantificar ese trabajo. Por entonces escoger el corazón como la manera
de medir el funcionamiento del motor del ciclista era la mejor aproximación que
se pudo realizar para medir el trabajo que producía. Sin embargo actualmente, y
a diferencia de otros deportes, los ciclistas tenemos la gran ventaja de poder
disponer de medidores de potencia. En el atletismo, por ejemplo, el pulsómetro
es el único elemento utilizable para medir el rendimiento.
El primer medidor de potencia destinado al ciclismo lo inventó Uli Schoberer en 1986. Se trata del famoso SRM que fue el resultado de un proyecto de final de carrera. Los pulsómetros supusieron una auténtica revolución cuando aparecieron. Al principio sus precios eran inalcanzables para la mayoría, hoy en día por menos de sesenta euros podemos adquirir uno. Con los medidores de potencia estamos en el inicio de su expansión, ahora son muy caros aunque cuando se popularicen bajarán de precio. Sin embargo, no creemos que lo hagan tanto como lo hicieron los pulsómetros, puesto que los medidores de potencia emplean unos elementos de por sí bastante caros.
Un vatio es un vatio
El primer medidor de potencia destinado al ciclismo lo inventó Uli Schoberer en 1986. Se trata del famoso SRM que fue el resultado de un proyecto de final de carrera. Los pulsómetros supusieron una auténtica revolución cuando aparecieron. Al principio sus precios eran inalcanzables para la mayoría, hoy en día por menos de sesenta euros podemos adquirir uno. Con los medidores de potencia estamos en el inicio de su expansión, ahora son muy caros aunque cuando se popularicen bajarán de precio. Sin embargo, no creemos que lo hagan tanto como lo hicieron los pulsómetros, puesto que los medidores de potencia emplean unos elementos de por sí bastante caros.
Un vatio es un vatio
Un vatio es un vatio, pero un latido de corazón no es un latido de corazón. Los
latidos del corazón están sujetos a multitud de factores incontrolables como
temperatura, humedad, cansancio acumulado, etc. Imaginemos que estamos haciendo
series y ese día hemos dormido mal, hace mucho calor y mucha humedad; a 170
pulsaciones probablemente estemos rindiendo menos que en otra sesión al mismo
ritmo cardiaco en el que la temperatura fuese templada y con una humedad
óptima. La gran ventaja de los medidores de potencia es que son objetivos, no
se ven influenciados por estados de ánimo, cansancio o condiciones
meteorológicas. Si hace dos días hicimos una serie a 270W y hoy estamos
cansados, no podremos hacerla o bien nos costará más acabarla, muy
probablemente las pulsaciones éste segundo día, a 270w, sean más altas que en
la sesión anterior. El medidor de potencia no miente, para bien y para mal.
¿Cuántas veces hemos oído aquello de “hoy no voy bien, no subo de pulsaciones”?
Puede que no vayas bien, o puede que tengas un día fantástico y que tu corazón
no necesite bombear tan rápido para realizar el mismo trabajo y esto no lo
puedes saber si no es con un medidor de potencia. En cambio, si un día a 300W
las sensaciones no son buenas, puedes deducir que ése no es tu día, o si por el
contrario, ese día a 300W no te cansas tanto, puede que sea tu día.
La principal ventaja de los medidores de potencia es que al poder medir la cantidad de trabajo de cada entreno, se pueden tener los datos precisos de la carga, el volumen y la intensidad del entreno durante todo el periodo que dure el entrenamiento. Observando las cargas de entreno acumuladas y una bajada progresiva del rendimiento podemos llegar a deducir que estamos sobreentrenados. Con la práctica, hasta se puede descubrir que se está incubando una gripe o resfriado aunque no tengamos los síntomas.
Otra ventaja de llevar un medidor de potencia es que llevamos el laboratorio encima. Con un medidor de potencia podemos realizar tests tantas veces como queramos y comprobar si nuestro entrenamiento está dando resultados.
Utilizar el medidor de potencia en los entrenos de series y en las carreras es una gran ventaja. Con un medidor de potencia podemos realizar las series exactamente cómo queremos: pongamos por ejemplo series de 10 segundos a 900W: con el medidor de potencia la serie empezaría a contar cuando comenzáramos a producir 900W. Sin embargo, pongamos que tenemos que hacer series de 10 segundos a 180 pulsaciones, desde que empezamos a aplicar mucha potencia, hasta que el corazón alcanza las 180 pulsaciones pueden pasar muchos segundos, y en la práctica las series durarán más de 10 segundos. En las series realizadas con la potencia como referencia ésta sería constante, sin embargo el pulso tiende a subir al final de cada serie, ya que para mantener la misma potencia, como el cuerpo se cansa, el corazón tiene que bombear más rápido.
Como acabamos de ver, al hacer las series con el medidor se optimiza el entreno. Por otro lado el utilizarlo en carrera y analizar posteriormente los datos permite saber qué potencia y durante cuánto tiempo necesitamos mantenerla para no perder al grupo en las aceleraciones, o a cuántos vatios hay que subir los puertos para no perder al grupo de cabeza. Otra utilidad de un medidor de potencia es que es muy eficaz para dosificar el esfuerzo, sobretodo en las contrarrelojes. Por las sesiones de entreno podemos saber cuántos vatios podemos producir durante la duración de la crono y procurar mantenerlos durante toda la crono. Si hacemos la misma crono por sensaciones lo normal sería empezar por encima de nuestras posibilidades y acabar muy por debajo, con el medidor de potencia nos dosificamos de forma óptima y maximizamos nuestro rendimiento. Floyd Landis lo utilizó en la famosa etapa de Morzine, que al fin y al cabo fue una CRI, para dosificarse durante la etapa. Él sabía que podía producir 300W durante varias horas y lo que hizo fue regular para obtener esa media de 300W.
Medidor de potencia y ordenador
La principal ventaja de los medidores de potencia es que al poder medir la cantidad de trabajo de cada entreno, se pueden tener los datos precisos de la carga, el volumen y la intensidad del entreno durante todo el periodo que dure el entrenamiento. Observando las cargas de entreno acumuladas y una bajada progresiva del rendimiento podemos llegar a deducir que estamos sobreentrenados. Con la práctica, hasta se puede descubrir que se está incubando una gripe o resfriado aunque no tengamos los síntomas.
Otra ventaja de llevar un medidor de potencia es que llevamos el laboratorio encima. Con un medidor de potencia podemos realizar tests tantas veces como queramos y comprobar si nuestro entrenamiento está dando resultados.
Utilizar el medidor de potencia en los entrenos de series y en las carreras es una gran ventaja. Con un medidor de potencia podemos realizar las series exactamente cómo queremos: pongamos por ejemplo series de 10 segundos a 900W: con el medidor de potencia la serie empezaría a contar cuando comenzáramos a producir 900W. Sin embargo, pongamos que tenemos que hacer series de 10 segundos a 180 pulsaciones, desde que empezamos a aplicar mucha potencia, hasta que el corazón alcanza las 180 pulsaciones pueden pasar muchos segundos, y en la práctica las series durarán más de 10 segundos. En las series realizadas con la potencia como referencia ésta sería constante, sin embargo el pulso tiende a subir al final de cada serie, ya que para mantener la misma potencia, como el cuerpo se cansa, el corazón tiene que bombear más rápido.
Como acabamos de ver, al hacer las series con el medidor se optimiza el entreno. Por otro lado el utilizarlo en carrera y analizar posteriormente los datos permite saber qué potencia y durante cuánto tiempo necesitamos mantenerla para no perder al grupo en las aceleraciones, o a cuántos vatios hay que subir los puertos para no perder al grupo de cabeza. Otra utilidad de un medidor de potencia es que es muy eficaz para dosificar el esfuerzo, sobretodo en las contrarrelojes. Por las sesiones de entreno podemos saber cuántos vatios podemos producir durante la duración de la crono y procurar mantenerlos durante toda la crono. Si hacemos la misma crono por sensaciones lo normal sería empezar por encima de nuestras posibilidades y acabar muy por debajo, con el medidor de potencia nos dosificamos de forma óptima y maximizamos nuestro rendimiento. Floyd Landis lo utilizó en la famosa etapa de Morzine, que al fin y al cabo fue una CRI, para dosificarse durante la etapa. Él sabía que podía producir 300W durante varias horas y lo que hizo fue regular para obtener esa media de 300W.
Medidor de potencia y ordenador
Todos los medidores de potencia que existen en el mercado permiten descargar
los datos al ordenador e incluyen un sóftware para visualizarlo. Como hemos
dicho anteriormente el análisis de ésos datos es gran parte del beneficio que
nos da el entreno por potencia. El entrenamiento por vatios da muchos datos,
interpretarlos no es fácil, hay que leer y aprender mucho y constantemente,
puesto que es algo que está evolucionando y cada vez se saben más cosas. Casi
toda la literatura está en inglés, por lo que recomendamos utilizar un
entrenador y dejarle a él el análisis de datos si no dominaos ese idioma. Éste
sería otro gasto que añadir al coste total para entrenar por vatios.
Mentes analíticas
Mentes analíticas
El entrenamiento por vatios es ideal para mentes un poco obsesivas,
científicas, analíticas y que gusten de jugar con gráficas y no se cansen de
aprender. Está totalmente contraindicado para los amantes del entreno por
sensaciones. Como en todo un término medio es ideal, rodar por sensaciones y
hacer las series con medidor de potencia es un compromiso óptimo para todo
ciclista que quiera tener referencias inequívocas de su rendimiento.
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